Siempre me ha llamado la atención la fotografía de mamíferos pero bastante poco he logrado hasta el momento debido a las dificultades técnicas que estos animales presentan, principalmente debido a que la gran mayoría de los que viven en mi región son nocturnos. Lo que suele hacerse en estos casos es utilizar una barrera de infrarrojos, se prepara todo de tal modo que cuando el animal atraviesa el haz de luz el sistema dispara la cámara y obtienes la foto, esto no significa que sea sencillo, el conocimiento de las costumbres del animal y los preparativos necesarios para obtener una buena imagen son enormes. En mi caso existe una dificultad extra, no tengo una barrera de infrarrojos y esto siempre me había detenido para intentar este tipo de fotografía, pero a veces las ganas de intentarlo son mayores que la conciencia de las dificultades y decidí intentarlo de la manera en que suelo hacer fotos de aves pequeñas. El candidato a ser fotografiado era un tlacuache, Didelphis virginianus que había visto por ahí en algunas ocasiones, lo primero es hacerlo llegar a un punto en el que pudiera tenerlo en la posición y el entorno adecuado para la foto, esto suele hacerse atrayendo al animal con comida, en este caso decidí usar crema de cacahuate, ya que el lugar es muy frecuentado por gatos que no sienten atracción por este alimento, no basta con atraerlo, es necesario que el animal se coloque en una posición en la que se pueda hacer una foto decente, mi idea fue fotografiarlo sobre un tronco en diagonal y sin ningún otro elemento, una composición sencilla, así que unté el tronco con la crema y estuve controlando las llegadas del bicho con una fototrampa, de este modo podía saber incluso la hora en que visitaba el cebo, en un principio me pareció conveniente no acercarme para que el tlacuache fuera tomando confianza, al no tener barrera de infrarrojos la luz es una limitante importante, así que las sesiones o intentos de fotografiarlo estaban limitadas a las noches de luna llena, la primera sesión no tuvo mucho éxito, el tlacuache ni se apareció, lo intenté dos noches más pero no se acercó, en esta actividad es muy importante la persistencia, seguí colocando el cebo otro ciclo lunar y al empezar a llenarse la luna me volví a colocar en posición, esta vez ya pude escuchar que por ahí andaba y empecé a intuir que no iba a ser nada fácil, no se acercaba, alejé un poco más el escondite y a esperar otro ciclo lunar – hay que ser necio- esta vez el bicho me aceptó más fácilmente la primera noche llegó al cebo se lo comió frente a mí, ni cuenta me di, aprovechó un momento en que la luna pasaba detrás de unos árboles para comer, era evidente que tendría que estar mucho más alerta, la segunda noche las cosas empezaron a funcionar y pude hacerle una serie de fotos aunque solo una era aceptable, para la segunda noche modifique el encuadre y también pude hacerle algunas fotos, todavía tuve una tercera noche con una longitud focal más corta y mejores fotos, esta última noche ya no tuve que esperar mucho, el invitado llegaba casi en cuanto me colocaba en el escondite, incluso todavía no anochecía completamente cuando llegó en la última sesión.
Este tipo de fotografía de naturaleza es de lo más estimulante te obliga a estar alerta, a hacer uso de la paciencia como pocas veces la usamos en la vida moderna y a conocer a tu sujeto y su entorno como en pocas situaciones.
Este tipo de fotografía de naturaleza es de lo más estimulante te obliga a estar alerta, a hacer uso de la paciencia como pocas veces la usamos en la vida moderna y a conocer a tu sujeto y su entorno como en pocas situaciones.
Nikon d200, dos flashes, sb600 y sb800 más el de la cámara, tripie, escondite e infinita paciencia.
El resultado